¿Por qué no voy al gimnasio? ¿Por qué no cumplimos nuestros objetivos? Si yo quiero ir, pero…
Hoy vamos a descubrir por qué no vas al gimnasio cuando debes, no comes lo que deberías por tu objetivo, y tu mentalidad, y al final, los casos más comunes y cómo solucionarlos.
Antes de hablar de entrenamiento, dieta y mentalidad, me gustaría hablar de algo más importante: la pasión por el objetivo, las razones de las que no se hablan, por las que decides no entrenar.
Analizándote debidamente, podrás comprender el origen de tus problemas en el gimnasio, recuerda que hablo de las causas más recurrentes, y que puede que en tu caso particular, sea algo que no se puede analizar aquí, sino en mi consulta.
Sin la pasión, el motivo por el que te apetece despertar, lograr sentirte bien el espejo, sentir que las horas no pasan… no vas a ningún sitio. Si estableces el objetivo: estar más fuerte que el vinagre, o lucir en la playa, tengo malas noticias, probablemente no estás siendo todo lo eficiente que querrías.
La eficiencia es un concepto muy relacionado con conseguir resultados en el gimnasio lo antes posible, sin establecer un objetivo que sea: viable, delimitado en el tiempo, concreto y medible… no iremos muy lejos 🙃
Ejemplo: pasar de querer estar cañón a ganar 1 kilo de masa magra en 20 días con dieta hipercalórica y programación de hipertrofia.
Encontrar una motivación para entrenar debería ir allá más del físico, está demostrado que hacer cardio es el momento de mayor concentración del día, puede que si desarrollas un trabajo creativo, esta sea la via de escape para explorar tus pensamientos y salir nuevo.
Pero bueno, que me enredo, lo importante a fin de cuentas es algo más allá del físico, porque si solo tenemos ese punto de motivación, será más fácil desmotivarnos, además de que nuestro cuerpo es cambiante, es estimulante, pero no es el punto de anclaje más estable.
Algo más estable es empezar a sentirnos bien con nuestro cuerpo, reutilizar la energía que nos da el deporte en otros proyectos profesionales, espirituales o personales, por salud mental, bien mejorando nuestra autoestima o liberando estrés, ahorrando dinero en el futuro con temas médicos, rejuveneciendo o incluso para ser más sociable, tenemos que encontrar un motivo adicional por el que nos sintamos mejor después de los entrenamientos.
Yo personalmente, he transformado mis entrenamientos en algo más que tiempo para mi, y en sentirme dónde quiero estar: bien, con poder y con salud. Lo he transformado en mi centro estratégico y de creatividad, entro en un estado que me propicia a la claridad mental, y cada vez lo asocio más a eso que a mis ganancias de músculo.
¿Si tan bueno es entrenar en el gimnasio, por qué no lo hago y me cuesta tanto?
Hay muchas explicaciones, partiendo de tu cuerpo, tu cerebro y tus músculos no están diseñados para gastar calorías y ser hiper productivos. Todo lo contrario: están programados para ahorrar energía y mantenernos a salvo, a raíz de lo vivido en tiempos remotos.
Te cuento las razones más recurrentes, y cómo combatirlas:
Pereza en el último momento de ir al gimnasio: ocurre por no tener una rutina previa al entrenamiento. Es decir, sin unos hábitos previos para que ir a entrenar sea más fácil, teniendo apuntado la rutina que tienes que hacer, dejando preparada la bolsa, estableciendo bien los tiempos en tu comida pre-entreno…
Puede que realmente tengas pereza porque te aburre, en ese caso, puede que estés avanzando por la dirección equivocada. No hagas lo que no te guste, no hay ningún ejercicio fundamental, afortunadamente hay diversidad en la selección de ejercicios. de gimnasio.
Más allá, puede que el gimnasio simplemente no te guste, y prefieras entrenar en casa, o mediante otro deporte, ahí necesitas un periodo de introspección en el que debes estar un tiempo probando hasta 5 deportes acordes con tus objetivos, y probar de primera mano qué es lo que más te gusta.
Si no disfrutas del proceso, es muy complicado progresar.
Falta de paciencia: Puede darse el caso, de que realmente le encuentras el gustillo, pero aún no acabas de adaptarte. Paciencia, busca ejercicios en los que seas mejor, y diviértete mejorando en ellos, no hay nada como sentirse poderoso y notarte cada semana más fuerte.
Pero la dura realidad es que al principio es más duro, pues tu cuerpo no está acostumbrado, más adelante es todo un placer mostrar todo tu placer en el gimnasio y hacer un ejercicio de crecimiento personal increíble, el mal trago del principio merece mucho la pena en el gimnasio.
La voluntad: ir o no, puede no estar desarrollada, pues no deja de ser un músculo más, y es un condicionante muy claro para alimentar, o matar de hambre a tu pereza contar con un amigo para ir al gimnasio, un recurso externo que te motive, como puede ser un entrenador, alguien inspirador, puede ser una buena vía para comenzar a generar hábito en el gimnasio.
Lo que está claro, es que nos movemos por inercia, cuanto más vayamos, más facil será mantener la rutina, cuanto menos, más mensajes negativos nos iremos dando, que lejos de ayudarnos, nos van a perjudicar.
Gestión del tiempo y ansiedad. ¿Cuántos trabajáis? O tenéis importantes responsabilidades, que en vuestra cabeza, se hacen un mundo respecto a lo que realmente son. La vida no es para trabajar, pero claro, Fabri, dímelo a mi: “que tengo jornada completa, me levanto temprano y hasta tarde no puedo permitirme 1h para mi.”
¡1H! El día tiene 24h, igual el problema no está en el tiempo, sino en la distribución. Es mucho mejor tratar de entrenar antes del trabajo, que después, pues anímicamente no vas tan cargado y tras haber hecho una tarea dura, el resto te parece una broma.
El tiempo es nuestro recurso más valioso, dentro y fuera del gimnasio, y merece la pena organizarlo y ver por dónde se nos escapa, para invertirlo en lo que más queremos, el gimnasio, o lo que sea que nos haga felices.
La ansiedad por ver la cantidad de cosas que tienes que hacer, puede verse disminuida cuándo disminuimos la intensidad en los entrenamientos, pero añadimos más volumen en una etapa temprana, para darle el mensaje a nuestro cerebro: si esto es fácil. Y que la progresión sea muy leve para que nunca tengamos ansiedad por las consecuencias de trabajar duro de verdad.
Pero al mismo tiempo, ve haciéndote a la idea de que eso será lo que te hará florecer de verdad. Para principiantes, es lo ideal, pero es más común de lo que crees ver a personas que nunca han ido, explotarse al máximo y después no hacer más. Lo mismo ocurre con intermedios, cuando están atravesando una mala etapa.
Muchas personas también sienten ansiedad, porque en su interior, están convencidos de que van a perder el tiempo, no hay nada como relajarse escuchando un podcast, y alternar con música cañera en momentos de intensidad, para mandarle a tu cuerpo las creencias potenciadoras.
Sentirte mal: Esto es muy relativo y hay que cogerlo con pinzas, no queremos sobreentrenarnos ni desarrollar patologías ni lesiones, por lo que hay que identificarlo muy bien. Muchas veces nos sentimos mal emocionalmente, y en ese caso, te puedo asegurar que no te vas a arrepentir de haber ido. De hecho, pocas veces me he arrepentido de ir, solo cuando he sido cabezota y he ido lesionado.
La queja: es tu gran aliada, para no ir al gimnasio. Trata de reducir tus quejas por una respiración honda, y mira la causa de la queja con otra perspectiva, como las horas, céntrate en las 24 horas, no en las 8 horas dónde trabajas. Ver lo negativo es natural en nosotros, y poco a poco con el conocimiento y la práctica, se puede revertir.
Espero haberte ayudado, coméntame algún motivo más debajo y lo solucionamos juntos.